miércoles, 26 de setiembre de 2007

Complemento invertido de Pablo Descartes, respectivamente



Cada vez que se aparece este hombre en mi vida me saca los pies de la tierra y me los planta en el cielo, a donde pertenecen.


Y me recuerda que lo único que he venido haciendo, desde que dejamos de hablar, es aplazar la decisión que debí tomar desde un principio.





Es una paradoja inmensa, casi insoportable.



Es la levedad del ser.





El posible único amor de mi vida es el que me dice que debo desligarme de lo terrenal y, precisamente, eso incluye a lo que pudo existir con él.


Estar juntos significaba renunciar a lo que él ya eligió.


Y yo sigo aquí, en el limbo...

Pensando en si existe alguien más importante que me vuelva a proponer quedarnos; alguien con quien todo esto valga la pena...

...o en...

...si debería ya resignarme y dejar de ser, que es lo óptimo. / ¿Me explico?


Podrá leerse muy "de masas", pero es perfectamente válido... Y es que elegir es renunciar.

Ahora lo entiendo.

Se necesita llegar al meollo,

el nudo,

la raíz,

el principio,

tocar fondo,

la teleología,

el axioma,
Mi gran y abstruso axioma.
Para lograr aprehender semejante cliché.